domingo, 28 de noviembre de 2010

Primera publicación (en proceso)


El arte siempre ha representado aquello que en un momento particular la sociedad y el gusto quiere que se represente. Si durante comienzos del siglo XIX el retrato realista era la moda, los pintores, en ese momento histórico, seguían la tendencia y pintaban retratos realistas de algunos de los ilustres modelos de la época. Decir esto es reducir la expresión artística a una vago análisis de un momen unívoco; pero en el arte entran contrastes e intereses distintos a los de una unidad particular. Acá no interesa lo bonito, tradicionalmente hablando, al contrario, nos enfocamos en un momento en el cual la crisis de la representación en el arte hace que el cuerpo, como unidad realista entre lo natural y lo ficcional, se rompa.

El expresioniso cambia los esquemas de representación que antes se tenían de los objetos. En éste vemos cómo las formas se distorcionan a propósito en un intento por hacer crítica la forma. Hacer crítica la forma en el arte implica decir: esta mierda no es la misma que antes, necesitamos una manera nueva de mostrar para un mundo nuevo que nos muestra. Cuando los artistas de las épocas del expresionismo y posteriores comienzan a pintar el cuerpo lo hacen siguiendo unos parámetros personales; los cánones clásicos quedan aparte y ahora sólo queda una masa casi visceral de desplazamientos y manchones.

El cuerpo, a lo largo de la hitoria del arte, ha pasado por modas y de moda; algunas veces se lo ha enfocado en primer plano, otras se lo deja aparte cubierto por la ropa o los adornos. En esta época mediática, increiblemente globalizada, en la cual las interacciones personales concretas están atravezadas por el mundo fantasma de lo virtual y por unos lugares falsos que tenemos detrás de la cabeza aplastándonos encima, el cuerpo se desdibuja increiblemente no sólo en la representación sino en todas las instancias de la vida.

Así como el arte en estos tiempos se expande hasta alcanzar límites que antes hubieran hecho putear a los críticos, el cuerpo también lo hace y convive con unos sistemas que también lo atraviezan afeándolo. Voyeurismo, mercantilismo, hedeonismo, activismo; el cuerpo es herramienta para todo. En el arte ese espacio (el cuerpo) se usa como representación y presentación de la idea artística: el teatro, el performance, incluso el cine, la televisión u otras industrias seudoartísticas lo demuestran. Sin embargo, ese modo ,moderno o postmoderno ,de presentar el cuerpo no se distancia mucho de lo que vemos en un cuadro expresionista. Hasta qué punto de "fealdad" puede llegar el arte para hacer despertar y hacer conciente al sujeto receptor de la obra de que el suelo que pisa es puro producto visceral y escatológico,esto es lo que se verá en esta edición.

El otro síndrome se contagia por primera vez de huesos y carne, visceras desprendidas y manchones de pintura entre las venas sueltas. Este es un intento libre por expresar y acceder a una información no tan condicionada por los clichés (aunque los tiene y muchos); disfrute y déjese contagiar.

Tabla de contenido:
1. El cuerpo y la representación: Desgarramientos expresionistas



2. El colorido arte pop y la apropiación del cuerpo para su distribución

3.
Performance o arte de acción: Destrucción y consciencia corporal


4. Entre el terror y el horror del cuerpo: Gore y pornografía.




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